La Cruz

  Elota

Pequeño poblado surgido a raíz dela construcción de la vía del ferrocarril Sud-Pacífico, en 1909.

 Actualmente.- Hoy es próspera ciudad donde se instalaron los poderes del municipio de Elota.

Sindicaturas.- Dicho municipio está formado por las sindicaturas de El Espinal, Zoquititán, Elota, Gabriel Leyva Velázquez, Renato Vega Amador y la alcaldía Central, La Cruz.

Comisarías.– Dicha alcaldía está constituida por las comisarías de Ceuta, El Limoncito, El Roble, El Bolillo, El Carrizalejo, Casas Viejas, Aguapepe y Pueblo Nuevo.

Comunicaciones.- La Cruz, está comunicada con el puerto de Mazatlán y la capital del Estado, a través de una carretera que entronca con la antigua carretera México-Nogales (15), y la maxipista Culiacán-Mazatlán, además del ferro-carril.

Economía.- Agricultura, pesca, ganadería y ferrocarril han sido factores importantes en el desarrollo de la región; gran parte de su economía, se sustenta en siembra de hortalizas. A la fecha (2007), recibe cada año, aproximadamente mil jornaleros que se dedican a la recolección de hortaliza en campos agrícolas. Turismo, pesca comercial y deportiva, bienes, servicios y comercio local, son otros aspectos que contribuyen al desarrollo del municipio.

Localización.- La ciudad se localiza a los 23º y 55` latitud norte y a los 106º y 53`longitud oeste.

Altitud.- Es de 20 m/s/n/m.

Derivados.- Las Crucecitas, en municipios de Angostura y Guasave; La Cruz Segunda, sindicatura de Eldorado, Sinaloa.

Es curioso el origen de La Cruz, cabecera municipal de Elota, tanto como en el caso de Guamúchil, en Salvador Alvarado. No fueron fundados en la noche de los tiempos por indígenas locales ni al paso demoledor de la cruz y la espada, sino por algo más práctico y tan poco poético como la guerra: Los negocios.
De Guamúchil se dice que fue en su origen una vaquería que debe su nombre a un gran árbol de guamúchil que allí estaba y terminó dando nombre al lugar.
Ahí se instaló el campamento para la construcción del tren, a inicios del siglo 20, y desde 1907 creció tanto que en 1962 se convirtió en otro municipio.
La Cruz de Elota, a su vez, debe su nombre a una mojonera con una cruz de madera en la punta, y servía de límite a los leñeros de Chicayota y Naranjos, propiedad de doña María Engracia Yuriar viuda de Barraza, y a los leñeros de Ceuta, de los hermanos Romero.

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Frente a esos terrenos, don José María Calderón construyó en 1893 un rancho ganadero, con una casa de ladrillo y techo de tejas, para que ahí viviera el vaquero Librado Ruvalcaba con su familia.
Los datos los aportó el general José Aguilar Barraza, nieto de doña María Engracia Yuriar, en un acta municipal que data de 1942.
Agregó que «en 1908 se construyó la vía férrea de la compañía de ferrocarril Sud Pacífico de México, que instaló en el lugar una estación llamada “Guadalupe”, por servir para el embarque del mineral de Guadalupe de Los Reyes». Pero al final, prevaleció el nombre de La Cruz.
Cercano el río Elota, se construyó un puente para el tren, y campesinos y mineros de Villa de Elota, Conitaca, Soquititán y Guadalupe de los Reyes, confluyeron en el campamento.

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Al concluirse, muchos se quedaron a vivir allí, tal vez porque sabían que sobre las vías férreas cabalgaba el progreso.
Aunado a ello, don Mariano Romero tenía como diez mil hectáreas de tierras en el área de Ceuta, que se repartieron o se vendieron entre campesinos, mineros o peones de vías metidos de pronto a agricultores, aprovechando las aguas del río Elota o de la Sal, como le llamaron los cronistas que venían con Nuño de Guzmán, en 1531, por las muchas salinas que allí encontraron.
Así, la abundante producción de maíz que desde la Colonia alimentara a los reales de minas, fue creciendo.
Hacia 1910, el Ing. Jesús González Ortega diseñó el plano de lo que sería La Cruz, en terrenos de Ceuta, y la empresa Romero Hermanos y Cía. Comercializó los lotes. Pero en 1912 se echó para atrás y quiso anular las operaciones.
Los compradores se inconformaron y, encabezados por José Aguilar Barraza, pidieron al gobierno la expropiación de los terrenos. La petición fue rechazada.
En 1918, ya con Ramón F. Iturbe en la gubernatura, se logró la «cesión a título oneroso» de los terrenos por parte de la compañía al gobierno del Estado, y en 1922, con Aguilar Barraza como gobernador, se emitió el decreto respectivo.

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Antes de la Conquista, Elota estuvo poblada por los indios tahues, que habitaban también Culiacán y Mocorito, al norte, y la zona costera hasta el río Pixztla, al sur.
Da nombre al municipio la villa de Elota («lugar de elotes»), su primera cabecera, descrita por el obispo de Guadalajara don Alfonso de la Mota y Escobar en 1602, a su paso por la región:
«Pasado este despoblado, el primer pueblo que se topa es llamado Elota, de hasta 30 vecinos indios; es de temple caliente y tiene un río caudaloso donde hay mucha pesquería».
A la villa de Elota llegó el intendente Alejo García Conde en 1811, persiguiendo a los independentistas de José María Hermosillo, a quienes derrotó en San Ignacio (Se especula que él le puso el nombre a la bahía de Ceuta, para conmemorar ese hecho de armas y en recuerdo de su tierra natal, Ceuta, en Marruecos).
Por ese tiempo, el partido de Elota pertenecía a Cosalá, y durante la Reforma fue una de las Municipalidades del Distrito de Cosalá.
En 1917, con la Revolución, se crea el municipio de Elota con cabecera en la antiquísima Villa de Elota, hoy bello Pueblo Señorial.

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Todos estos datos los retomo del libro «Elota, mito y grandeza» (Ed. Ayuntamiento de Elota, 1992) del periodista Enrique Ruiz Alba (Tepic 1933- Culiacán, 1992), quien afirma que la llegada del ferrocarril «significó progreso y florecimiento para muchos pueblos de Sinaloa, pero también, paradójicamente, el ocaso de otros».
Sucedió con Guamúchil respecto a Mocorito, y sucedió con La Cruz respecto a la villa de Elota, al crecer aquellas en auge comercial, agrícola y de servicios gracias a las vías de comunicación.
A la creciente y pudiente población de La Cruz, se le dificultaba ir hasta Elota a hacer sus trámites oficiales. La simple entrega del correo demoraba, pues primero llegaba a La Cruz por vía férrea, pero de ahí se trasladaba a sus oficinas en villa de Elota, para luego ser distribuida.
Hacia 1927, ya La Cruz tenía más de dos mil habitantes, contra 900 que había en Elota, y seguía creciendo con gentes que se iban a La Cruz a buscar trabajo y mejores sueldos.
De nuevo fue Aguilar Barraza (a través del regidor Jesús Amador), quien orquestó el cambio, aunque desde la sombra, por ser él originario de villa de Elota, cuyos vecinos fueron los únicos que no firmaron la petición, a diferencia de las sindicaturas de Conitaca, Soquititán, El Salto, Ensenada y obviamente, La Cruz.
No fue difícil, porque en general había consenso y buenas razones.
En el decreto, hasta el nombramiento de villa le quitaron a Elota, y querían dejarle el de «congregación», dado su número de habitantes, pero en el dictamen final del Congreso se le dio la categoría de «pueblo», cabecera de sindicatura. Eso fue en mayo de 1927.
No quedaron a gusto los de Elota, que durante diez años habían sido la cabecera del recién fundado municipio, y muchos años antes, de la Municipalidad y del Partido de Elota, como parte de Cosalá.

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Rápido y en caliente se realizó la mudanza del Ayuntamiento a La Cruz.
Para ello, el Ayuntamiento -que presidía Manuel Orozco y Berra- invitó a una cena y baile a los elotenses, como para limar asperezas. La sede fue en la ranchería de El Higueral, a dos kilómetros del Elota, alegando el calor y el ambiente campestre.
Esa noche la ex villa se quedó sola y El Higueral se llenó de gentes que bebían y bailaban.
Y mientras a lo lejos se oía la tambora, frente a la ex sede de la Presidencia, un grupo de trabajadores sacaban muebles, archivos, cajas, todo, y lo cargaban en carretas que, jaladas por mulas, tiraban lentamente por el Camino Nacional y, hacia la madrugada, por la brecha que iba a La Cruz, hasta la casa de don Manuel Orozco.
Otro día, al saberlo, los vecinos de Elota se dijeron robados y engañados.
— ¿Dónde está la presidencia municipal? – solían preguntar los visitantes, aun muchos años después, para picarles la cresta.
— No hay. Los de La Cruz se la robaron- contestaban los vecinos.
Hoy la villa de Elota es uno de nuestros 9 bellos Pueblos Señoriales y La Cruz cumplió su destino de progreso acelerado, firmado sobre un verde manto agrícola.

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