Ruiz Almada, Gilberto

  Sinaloenses Ejemplares

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Gilberto Ruiz Almada

Semblanza de un Sinaloense excepcional

Funcionario público de carrera, impulsor de la administración científica y del servicio civil de carrera, apasionado de la educación y la capacitación para el trabajo, Senador de la República y Embajador de México.

Originario de Culiacán, Sinaloa, Gilberto Ruiz Almada nació el 25 de febrero de 1926, sus padres, el abogado, maestro universitario y funcionario público, Jesús P. Ruiz y Doña Trinidad Almada, formaron una sólida familia a la que inculcaron el interés por la educación y la mística del trabajo como la mejor manera de forjarse una buena vida. Cursó su educación primaria en la escuela Benito Juárez que se encontraba en las calles de Rafael Buelna y Domingo Rubí, de la ciudad de Culiacán, la secundaria y preparatoria en la Universidad de Sinaloa, tiempos que le despertaron el interés por las matemáticas y su vocación de ingeniero, y una gran afición por el futbol que lo llevó a formar parte del equipo representativo de la universidad en la posición de portero. Posteriormente se trasladó a la Ciudad de México para ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde cursó la carrera de Ingeniero Civil, su Título quedó registrado en la Dirección General de Profesiones amparado por la Cédula Profesional número 153183.

A mediados de los años de 1950 regresó a la ciudad de Culiacán y se incorporó al servicio público municipal, desempeñándose como jefe del departamento de obras públicas, lo que le permitió participar en los primeros programas de reordenamiento urbano y de pavimentación de de la capital del Estado de Sinaloa, así como en el diseño y construcción de las redes primarias de drenaje y de control de aguas pluviales, y en la instalación de los primeros sistemas de potabilización de agua y sus redes de distribución, obras que comenzaron a cambiar la fisonomía de Culiacán y a elevar la calidad de los servicios públicos municipales. Desde entonces, Gilberto Ruiz Amada, y sus hermanos, la empresaria Beatriz Ruiz de Esquer, Ana María y el Notario Público Héctor Ruiz Almada, han sido actores sobresalientes en el devenir histórico, social, político y económico de la sociedad Sinaloense.

Interesado en realizar una carrera en la administración pública federal, Gilberto Ruiz Almada regresó a la Ciudad de México y en 1960 ingresó a la Secretaría de Gobernación en el área de servicios migratorios, posición que le brindó la oportunidad de recorrer las fronteras norte y sur de México, conocer a nivel de detalle el crecimiento acelerado de las regiones del norte, el retraso de los estados del sur y la difícil situación de los migrantes nacionales y extranjeros.

En 1963, Gilberto Ruiz Almada contrajo nupcias con la Maestra Alicia Perla Sánchez Lazcano, con quien ha compartido sus ideales y formado una solida familia que creció estrechamente ligada al mundo de la educación, la administración pública y la política. Sus tres hijos, Alfredo, Perla y Ana Alicia, son egresados de instituciones de enseñanza superior y se desempeñan profesionalmente en el ámbito empresarial.

En 1966 fue nombrado Subdirector General del Registro Nacional de Electores, el cargo fue creado, ex profeso, para impulsar la modernización de los sistemas de registro, el diseño del padrón electoral y la instalación de las juntas electorales de los estados, por lo que tenía que realizar frecuentes viajes por el territorio nacional, que lo fueron relacionando con la nueva generación de políticos y funcionarios públicos, que venían irrumpiendo en las estructuras de los estados y del gobierno federal, y que más adelante crearon las condiciones que permitieron el arribo de universitarios a los cargos públicos y propiciaron el interés por el servicio civil de carrera. Desde esa posición el ingeniero Gilberto Ruiz Almada abrió una importante puerta de oportunidades de empleo a infinidad de Sinaloenses que se fueron colocando en los diversos puestos que se abrían en la ciudad de México y en los estados.

En 1968, Gilberto Ruiz Almada se hizo cargo de la Dirección General de Administración de la Secretaría de Gobernación, vivió muy de cerca los intensos acontecimientos políticos de la época, entre ellos, el movimiento estudiantil del 68, y fueron muchos los jóvenes Sinaloenses, y de las más diversas regiones del país, que recibieron su ayuda en medio de la tragedia.

En 1970 fue designado Director General de Administración de la Secretaría de la Presidencia de la República en donde, además de cumplir innumerables funciones, se dio a la tarea de transparentar las finanzas, modernizar la administración, elevar la calidad de los servicios, y a incorporar en todas las áreas y cargos a jóvenes egresados de instituciones de enseñanza superior, a los que fue preparando con una nueva mística de trabajo. En muy poco tiempo se mejoraron los servicios administrativos y los apoyos técnicos a la Presidencia. Entre las muchas funciones que correspondían al área, estaban la atención a personas y grupos que asistían a entrevistas y reuniones con el Presidente de la República, grupos de trabajadores, campesinos, universitarios, dirigentes empresariales y del sector social, embajadores y delegaciones de otros países, lo que requería la preparación de escenarios y la adecuación de áreas para la celebración de recepciones, juntas, foros, conferencias, banquetes o reuniones privadas, para lo que se necesitaba la contratación de diseñadores, carpinteros, pintores, electricistas, colocadores, choferes, guías, intérpretes y personal de limpieza, actividades a las que Don Gilberto Ruiz Almada fue incorporando a los jóvenes estudiantes que acudían a verlo para encontrar una oportunidad de empleo. La voz corrió rápidamente entre los Sinaloenses y poco más de mil quinientos estudiantes ingresaron al programa de empleo por obra determinada, que les permitía obtener ingresos suficientes para sus gastos en la ciudad de México, y continuar sus estudios con menores dificultades. Anécdota de esos tiempos fue que a la Dirección General de Administración de la Secretaría de la Presidencia se le comenzó a llamar la “dirección culta”, porque se decía, que hasta el más modesto chofer estaba cursando una carrera profesional. Con el paso de los años muchos de esos jóvenes ingresaron a diversas áreas del gobierno federal, hicieron carrera y llegaron a ocupar importantes cargos, y nunca dejaron de agradecer los apoyos y la oportunidad que recibieron del Sinaloense Gilberto Ruiz Almada.

En 1973 el Ingeniero Gilberto Ruiz Almada fue nombrado Oficial Mayor de la Secretaría de la Presidencia, desde ese importante cargo se convirtió en un valioso aliado de los rectores de universidades de todo el país y directores de instituciones de enseñanza técnica, que se materializó en obras y equipos para mejorar los servicios educativos, en becas para estudiantes y en oportunidades de empleo para los egresados. Durante su paso por la oficialía Mayor se fundó el Centro de Capacitación TecnoEconómica de la Secretaría de la Presidencia en donde se impartían cursos de postgrado para preparar cuadros técnicos especializados en desarrollo regional, administración pública y planeación financiera, en colaboración con el Instituto de planificación para el Desarrollo de Santiago de Chile, ILPES, y la Organización de Estados Americanos, OEA. Entre los sinaloenses que egresaron de ese centro están Francisco Labastida Ochoa, Roberto Wong Urrea y Rafael Borbón Ramos.

En 1974 Don Gilberto Ruiz Almada fue designado Sub-Secretario de Investigación y Ejecución Fiscal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Inició el reordenamiento de las aduanas y la capacitación de sus funcionarios, y puso en marcha los programas de descentralización de los servicios hacendarios, que culminaron con la creación y puesta en marcha de las Delegaciones Regionales de la Sub-Secretaría, en Puebla, Cuernavaca, Guadalajara, Torreón, Ciudad Obregón y San Luis Potosí, las que conjuntamente con las Administraciones Fiscales Regionales mejoraron los servicios recaudatorios y facilitaron la distribución de los recursos federales hacia los estados. Fue Presidente de la Comisión Intersecretarial para el Desarrollo de las Franjas Fronterizas y Zonas Libres, integrada por las diversas secretarias del gobierno federal que definieron las acciones para la instrumentación de las políticas públicas que impulsaron la industria maquiladora, el comercio, turismo y los servicios.

En 1975 a propuesta de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Sociedad Mexicana de Ingenieros le fue otorgado el premio nacional al servicio público, que recibió de manos del Presidente de la República.

En el período de 1976 a 1982 fue Senador de la República, defendió permanentemente, con gran vehemencia y argumentos técnicos muy sólidos, el agua de los ríos de Sinaloa, que se pretendía llevar al Estado de Sonora mediante un programa instrumentado desde el gobierno federal denominado Plan Hidráulico del Noroeste. La suspensión del proyecto justificó la construcción de la presa Luis Donaldo Colosio, conocida como presa de “Huites”, que hoy hace posible, conjuntamente con las demás presas de la Entidad, conservar importantes reservas de agua para el desarrollo de la agricultura Sinaloense. Como Senador fue también un defensor de las cooperativas y empresas del sector pesquero, y un valioso aliado de la Universidad Autónoma de Sinaloa y del Instituto Tecnológico de Culiacán en sus gestiones para la obtención de mayores recursos para su operación y la apertura de nuevas carreras profesionales. Impulsó la propuesta para el otorgamiento de la Medalla Belisario Domínguez a Don Juan de Dios Bátiz, y fue orador en la Solemne Ceremonia en la que el Senado le impuso la Medalla al fundador del Instituto Politécnico Nacional.

En diciembre de 1982 el Presidente de la República lo nombró Director General de Compañía Operadora de Teatros, empresa del sector público federal que administraba 420 salas de cine. Reconocida como la más grande de su tipo en el mundo, tenía una planta laboral de 13 mil trabajadores, y era la principal fuente de recursos para el financiamiento de la industria cinematográfica nacional. Durante los años que estuvo al frente de la empresa pública se mejoraron las condiciones de las salas cinematográficas de todo el país, se dio un gran impulso a la producción de películas mexicanas y se inició el cambio hacia la modernidad de nuestros días, el que fue modificando los grandes escenarios de los cines, hasta convertirlos en los complejos de multicinemas que hoy conocemos. Fue Vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, Presidente del Consejo de Películas Nacionales y formó parte del Comité para la construcción y administración de la Cineteca Nacional. Durante la emergencia provocada por los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985, Don Gilberto Ruiz Almada convirtió las salas cinematográficas del Distrito Federal en albergues para los damnificados, fueron más de cincuenta mil personas las que recibieron ayuda para su recuperación en condiciones de seguridad. Superada la emergencia, fue propuesto para recibir la Medalla Solidaridad Social, reconocimiento ciudadano a quienes se distinguieron por acciones excepcionales de ayuda humanitaria durante los sismos. Recibió la Condecoración en Sesión Solemne celebrada en la Residencia Oficial de los Pinos, de manos del Presidente de la República.

En 1987 fue designado Embajador de México en Nicaragua para ayudar al mejoramiento de las relaciones con el gobierno Sandinista y el restablecimiento del intercambio comercial entre los países. En 1993 se reincorporó al servicio público en nuestro país, como coordinador de delegaciones del INFONAVIT, y en 1994, fue designado Delegado Regional del INFONAVIT en el Estado de México. Fueron muchos los desarrollos habitacionales que impulsó e infinidad de funcionarios que ayudó a capacitar.

Hoy en día Don Gilberto Ruiz Almada, quien a lo largo de más de cincuenta años fue un pilar fundamental de la profesionalización de la administración pública federal, que ayudo a la formación de funcionarios públicos con mayores recursos técnicos y más aptos para operar en condiciones de competitividad, que impulsó las carreras universitarias de infinidad de generaciones, y brindó oportunidades de empleo y de desarrollo profesional a muchísimos sinaloenses, continúa estudiando e investigando sobre nuevos esquemas para el desarrollo de los estados, de manera muy especial opciones para su querido Sinaloa, y con gran generosidad sigue asesorando a empresarios y dirigentes de las más diversas ramas de la economía.

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