Ubicada a un costado de la Iglesia Catedral de la Virgen del Rosario, su uso se inicia con la fundación española de la ciudad, en el año de 1531 por Nuño Beltrán de Guzmán, al trazar los primeros solares para edificar la Villa de San Miguel de Culiacán.
En el decurso de sus funciones fue plaza de armas de las huestes novohispanas, consolidándose como espacio de reunión para oír los pregones y subastas de ganado; además de terrenos baldíos sujetos a composición de tierras, castigar a los rebeldes y otros anuncios de carácter judicial.
En el siglo XIX se le conoció como plaza de armas Constitución hasta que el 10 de agosto del año de 1928, el cabildo en sesión ordinaria acordó cambiarle de nombre por el de “Plazuela Álvaro Obregón” a partir del 16 de septiembre de ese año; meses más tarde en noviembre del mismo año se le cambió el nombre a la calle 20 de noviembre que corre frente a la plazuela, por el de Calzada General Álvaro Obregón.
Su lugar central albergó un kiosco de carácter morisco manufacturado en la Fundición de Sinaloa de Mazatlán de los cuales existen réplicas en las plazuelas de El Fuerte, ciudad de Sinaloa (de Leyva), Cosalá y Álamos. El kiosco original fue arrancado y trasladado a la plazuela de la Villa de Quilá en el mismo municipio de Culiacán. El lugar del kiosco ha sufrido varias modificaciones hasta lograr el actual con una permanencia más prolongada. Su entorno ha cambiado sustancialmente con nuevas edificaciones y vialidades.
En su interior se encuentra la estatua ecuestre del Gral. Antonio Rosales Flores, conmemorando la victoria de los sinaloenses el 22 de diciembre de 1864 sobre el ejército francés que quiso tomar la ciudad de Culiacán.
Lugar de manifestaciones artísticas y políticas, mantiene su centralidad social acorde con el carácter del sinaloense que gusta de pasear a todas horas, especialmente en las tardes y disfrutar la belleza de una juventud que la mantiene en su atractivo. Con información de Gilberto J. López Alanís.