Maestra forjada en la universidad de la vida, supo honrar el apostolado por el que se inclinó apenas rebasados los 15 años. La falta de título oficial no fue obstáculo para cumplir sus tempranas aspiraciones de educar niños y niñas. Algo vio en ella su maestra Victoria Verne, nativa del antiguo mineral del El Rosario, porque siendo su alumna, descubrió su potencial por aprender y enseñar sin grandes complicaciones.
Su llegada a este mundo tuvo lugar en el contexto de la dictadura porfirista, donde la educación era lujo de pocos, ya que niños y niñas de México tenían que contribuir con su trabajo al sustento familiar. El estallido de la revolución la sorprendió en las aulas de la vieja escuela de Escuinapa.
Sus primeras experiencias infantiles fueron las injustas condiciones en las que sobrevivían las familias de la época. Para 1920, cuando sus lecturas no solo fueron los programas pedagógicos, sino las noticias de lo que ocurría en el territorio nacional. Sin duda fue un ser humano de excelencia. Su magisterio la llevó a ejercer el periodismo y la política como otra forma de servir a los demás
Laboró en Teacapán y La Concha, así como en las Escuelas Josefa Ortiz de Domínguez y José G. Gutiérrez en esta última permaneció 38 años de fructífera labor, en el municipio de Escuinapa.
La maestra Norberta fue una mujer sencilla. Su labor no se circunscribió al entorno escolar. También estuvo al tanto de la problemática de sus alumnos, para apoyarlos en la solución y facilitar el conocimiento. Se distinguió como una mujer sencilla en su trato, pero estricta en el desempeño de su trabajo diario.
Sus grupos fueron de excelencia. Tres alumnos suyos formaron parte de las delegaciones de niños sobresalientes recibidos por el presidente de la República y el secretario de Educación Pública. Eso habla de la dedicación que la maestra motivaba en sus educandos.
Contrajo matrimonio con el maestro de música Onofre Zatarain y de él, aprendió lo elemental de este arte que puso en práctica en su trabajo cotidiano, animando a sus alumnos en concursos de canto cada fin de semana.
Recibió el reconocimiento de autoridades educativas, de compañeros maestros, alumnos y padres de familia.Después de casi 50 años de ser útil a su patria educando niños; causó baja por jubilación en 1968.
La muy querida y respetada maestra falleció el 4 de marzo de 1981, su funeral fue apoteótico, como se honra a los grandes. Fue despedida como lo que fue: una gran maestra. Ante su féretro desfilaron antiguos amigos y compañeros maestros, así como un nutrido grupo de maestros de la vieja guardia, así como de las nuevas generaciones que siguiendo su ejemplo honran la más noble de las profesiones que tiene la tarea de enseñar.Los alumnos de los planteles educativos J. Natividad Toledo, Candelaria Grave, José G. Gutiérrez, Dr. Eligio Díaz, Jardín de niños Federico Froebel y los miembros del Club de Mujeres Periodistas, al que perteneció, estuvieron presentes en sus funerales; la gente sencilla del pueblo escoltó sus restos mortales con profundo respeto hasta la tumba donde hoy mora. Los educadores en la transformación social de Sinaloa, Historias de vida, Teodoso Navidad Salazar, 2017.
[1]18 Encuentros con la Historia, tomo 18, Escuinapa. Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, Colección Presagio, Academia Cultural Roberto Hernández R, Gobierno del Estado de Sinaloa, Pp. 80-81.