RAFAELA SARABIA AGUILUZ (Educadora)

  Elota

(Semblanza)

Si volviera a nacer volvería a ser maestra, máxime que hoy en día hay tantas oportunidades de prepararse mejor. Así se expresó alguna vez la maestra jubilada Rafaela Sarabia Aguiluz, quien vio la luz primera en el pueblo de Elota, en 1895. Con tan solo estudios de primaria, se inició como maestra en la escuela de niñas. Su maestra fue Gregoria M. viuda de Gómez Llanos, quien constatando sus buenas calificaciones y su inclinación a la docencia, la propuso como su ayudante, llegando el tiempo en que fue directora del  mismo plantel donde aprendió sus primeras letras.

En Elota permaneció por espacio de 15 años, pasando después a La Cruz; luego fue a Cosalá y Bamoa, en el municipio de Guasave, para regresar finalmente a La Cruz, donde laboró el resto de su vida. Estando en Elota, la sorprendió la lucha magisterial de 1937, encabezada por el maestro Miguel Cristo Ontiveros, etapa álgida en el reparto agrario nacional, durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas. La inclinación por la docencia se manifestó en el ámbito familiar, ya que dos de sus hermanas (María y Lidia), también fueron maestras. Su primer nombramiento como ayudante escolar ocurrió en 1925, al terminar el cuarto año, en la escuela de niñas de La Cruz, Elota. Cuando fue a La Cruz, después a Cosalá y luego en Elota, también trabajó en escuela para niñas, por lo que se adaptó a trabajar con niñas.

Al establecerse definitivamente en La Cruz, atendió grupos mixtos. En Cosalá compartió experiencias con otras maestras entre las que destacan Griselda Rodríguez, Guadalupe Álvarez, Esperanza Aréchiga, María del Rosario Peñuelas, María Josefa Baca, Enriqueta Arana, así como el profesor Rosendo Vega. Al recordar aquellos tiempos, hurgó a tientas en un viejo armario buscando una vieja fotografía; me pidió conducirla al patio de la casa para que ayudada por la luz del sol, pueda identificar a quienes en ella aparecen.

La maestra Rafaelita no alardeó de virtudes en su larga trayectoria magisterial: hice lo que pude en mi tiempo, y si de algo sirvió que lo digan aquellos que fueron mis alumnos. Le tocó laborar en la vieja escuela de La Cruz, así como inaugurar el nuevo plantel que lleva el nombre del Gral. José Aguilar Barraza, puesta en servicio el 2 de abril de 1946, por el presidente Miguel Alemán Velazco, y siendo gobernador el Gral. Pablo Macías Valenzuela.

Recordando los viejos sistemas pedagógicos, la maestra Rafaelita, citó cómo, a las niñas se les enseñaba el sistema de memorización, repitiendo las lecciones en voz alta y a coro. Añade que como maestra tuvo a su cargo la organización y ensayo de comedias y otro tipo de obras teatrales, representadas en la propia escuela del lugar. No obstante la modestia con que Rafaelita se condujo en su vida profesional, innumerables alumnos hablan de sus cualidades como educadora y la colocan como maestra emérita del municipio de Elota.

La querida maestra inició su labor docente ganando 60 pesos mensuales, y fue pensionada con 175 pesos mensuales, después de 34 años de servicio; sin embargo llegó a percibir un cheque quincenal de 2 mil 851 pesos, gracias a un acuerdo gubernamental de incrementar la pensión a los maestros jubilados. La gratitud de los elotenses hacia la ameritada maestra se manifestó en vida, ya que al cumplir 30 años de servicio le fue otorgada la Medalla de Oro, por la Sociedad de Padres de Familia; en 1950, se efectuó un festejo en la plaza con la asistencia de autoridades y el pueblo. Por último en el parque infantil contiguo al estadio de béisbol, se instaló una placa con su nombre, como reconocimiento a su trayectoria a favor de la niñez de la región.  18 Encuentros con la Historia, Ed. Presagio 2002, Miguel Bracamontes, Los educadores en la transformación social de Sinaloa, Historias de vida, Teodoso Navidad Salazar, 2017.

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