Nuestro entrevistado es hombre de amena charla y memoria lúcida. Recordó los nombres de todos sus maestros desde la primaria, hasta los del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio. Mientras narraba con voz firme su paso por las aulas en la primaria y el inicio de sus estudios profesionales, observé discretamente sus rasgos orientales. Vestía pantalón oscuro, camisa clara y chamarra negra. Su pelo es blanco. A medida que fue recordando los pasajes de su vida, respiraba profundo. Tomó su tiempo, quería recorrer palmo a palmo los caminos por donde lo llevó el magisterio. Como para darse fuerza, tomó la mano de su esposa Josefina Peñasco (maestra también) y continuó platicando.
Nació en Bamoa Pueblo, municipio de Guasave, el 5 de mayo de 1929. Trece años después de que Guasave adquiriera categoría de municipio, ya que antes había sido directoría del municipio de Sinaloa.
Su madre fue Virginia Ortega Soto; su padre Jesús Chan Lam, de origen oriental, venido a estas tierras en un barco que había soltado amarras, procedente de Cantón, China y entró a nuestro país, atracando en el puerto de Altata.
Siendo muy joven llegó a vivir al antiguo asentamiento de Bamoa (que en lengua indígena se interpreta como espiga en el agua), refundado en 1532, por indígenas que acompañaban a los españoles Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo Maldonado y Andrés Dorantes, únicos sobrevivientes de la expedición marítima organizada en San Lucas de Barrameda, por Pánfilo de Narváez.
En Bamoa conoció a la maestra Josefina Peñasco, procedente de la comunidad de León Fonseca, estación del ferrocarril de gran auge, en el municipio de Guasave y conocida también por Verdura. La maestra había recibido nombramiento para laborar en la escuela de la localidad; con ella se casó y de esa unión nacieron María de Jesús, Javier, Humberto, José Alfonso, Obdulia, Aída, Josefina y Marta. Todos sinaloenses de bien.
Los Chan Peñasco formaron un matrimonio muy estimado en la región de Bamoa, donde trabajaron por décadas. Ambos han sido maestros de varias generaciones de estudiantes, una gran mayoría de ellos profesionistas que, en más de una ocasión les han ofrecido sentidos homenajes en agradecimiento y reconocimiento a su trayectoria magisterial.
El maestro Alonso Chan Ortega ha servido a sus conciudadanos gestionando ante las autoridades, las demandas más sentidas de la comunidad de Bamoa. Impulsó y fomentó el deporte en niños y jóvenes, fue secretario de la sindicatura municipal en varias ocasiones y dirigió el Club de Leones A. C.; causó baja por jubilación, en 1991, y desde entonces se dedicó de lleno a la agricultura.
El maestro Chán Ortega es respetado por chicos y grandes, porque ha sido un hombre útil a México. Por su dedicación le fueron entregadas las medallas al Mérito Magisterial Rafael Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano, por sus 30 y 40 años de servicio a la educación. Es un ejemplo, no sólo para sus nietos, en quienes se observa, tienen una gran veneración por el abuelo, pero sobre todo por el hombre que le aportó a su patria, más 44 años, desde las aulas. Esa patria desgarrada aun por los efectos de una guerra entre hermanos y que con hombres de la estatura del querido maestro Chan Ortega, (siendo un jovencito que entendió los problemas sociales), contribuyeron con su granito de arena a darle cauce institucional a un país ávido de progreso, a través del ejercicio magisterial encomendado.
Durante la charla realizada en la ciudad de Culiacán, en casa de la maestra Aída, (una de sus hijas), reinó un agradable ambiente. Los esposos Chan Peñasco permanecieron muy cerca uno del otro. Tal vez por el frío (es febrero), que se dejó sentir desde temprano, pero más bien creemos, que es, porque así han estado siempre; juntos en las buenas y las malas, desde que unieron sus vidas.
¿Cómo la enamoró el maestro Chan?-le pregunté a la maestra- Él me cortejó insistentemente, pero tardé en decirle que sí, quería que le costara trabajo– señala con cierto rubor y una sonrisa picaresca.- Al expresar esto, reímos todos (están presentes su hija Aída maestra también, su esposo y sus hijas. Una de sus nietas que filma la entrevista –luego remarca: fue él quien me echó el ojo. Reímos de nuevo. El maestro Alonso la mira con aire de fingido enojo y luego también, termina por sonreír. Josefina Peñasco Montoya, nació en el Ébano, municipio de Angostura, Sinaloa, el 4 de octubre de 1922.(Entrevista realizada en febrero de 2007),Los educadores en la transformación social de Sinaloa, Historias de vida, Teodoso Navidad Salazar, 2017.