Dámaso Grave Gallardo

  Biografías

Frente a una taza de café mi entrevistado comentó que su primer contacto con la comunidad y los niños fue una experiencia inolvidable, jamás imaginó que el papel del maestro fuera tan importante en el desarrollo de los pueblos.

Quien así se expresó fue el maestro Dámaso Grave Gallardo, originario de Escuinapa de Hidalgo, donde nació el 1 de marzo de 1938. En la etapa del gobierno de Tata Lázaro, justamente cuando en el país se libra una intensa guerra legal contra los magnates petroleros que se negaban a pagar precios justos por la explotación del oro negro; como lo manifestó el poeta jerezano Ramón López Velarde, el de la Suave Patria.

La infancia de Dámaso transcurrió como la generalidad de los niños de su época. No hay que olvidar que es el México desgarrado por el remolino de la revolución. Eminentemente rural, pocas comunicaciones y escasas escuelas. 15 años atrás, el general Francisco Villa había sido asesinado en Hidalgo del Parral, y nuestra patria no terminaba por pacificarse. La llegada de Grave Gallardo se da en el contexto una gran efervescencia en el país por el reparto agrario. Los conflictos por la tenencia de la tierra vuelven a teñir de sangre la campiña mexicana y el sur de Sinaloa, es tierra caliente. Son escasas también las oportunidades de trabajo; Dámaso va creciendo entre penurias y esfuerzos de sus padres por sacar adelante a la familia numerosa, compuesta por sus hermanos José Manuel, Abel, Servando, María Esther, Antonio, Luz Esthela e Irma; Dámaso fue el segundo y desde pequeño sus padres lo enseñaron a contribuir en el gasto de la casa.

Por fortuna nació en el seno de un hogar integrado. Mientras su madre, Victoria Gallardo Guzmán, desempeña labores propias de la casa y crianza de los hijos, su padre,  Dámaso Grave Salas, buscaba el sustento diario en el rudo trabajo de la construcción.

Escuinapa ese entonces, era un municipio que poco puede ofrecer a sus habitantes. La pesca en los esteros se practicaba de manera rudimentaria, se hacía a golpe de remo y de pulmón, en canoas (de madera), era duro el oficio. En las pequeñas comunidades había visos de escuelas. Se intentaba cumplir con uno de los  ideales revolucionarios; en la cabecera del municipio nada había más allá de la educación básica en la Escuela para Varones, donde (Dámaso estudió) y una escuela que ofrecía estudios de contador privado y secretaria comercial. No había secundaria por lo que, optó por la carrera de contador privado, donde se tituló.

Su padre consideró la importancia de mejores horizontes para sus hijos y acudió en busca de apoyo con los destacados maestros Alberto J. Guzmán y Gabriel Torróntegui Millán, ambos supervisores escolares (el primero en Villa Unión y el segundo en Mazatlán), para lograr la plaza de maestro de educación primaria para Dámaso. La autoridad educativa lo asignó a la comunidad de La Sábila, perteneciente a la hoy sindicatura de El Quelite.

Dámaso era un jovencito, que jamás había salido de su natal Escuinapa. Muchos fueron los temores que lo asaltaron. Cómo defraudar a quienes confiaron en él, se preguntaba.  Cómo enfrentar aquel delicado reto.

Pronto se dio cuenta de que a sus diecisiete años podía superar aquello, y el ciclo escolar en que llegó, temeroso y acongojado, se prolongó por ocho años. Posteriormente sus superiores lo asignaron a El Potrero de Carrasco, pero Dámaso tenía el afecto de los habitantes de La Sábila y volvió sobre sus pasos. Para entonces ya cursaba estudios en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, primero en Culiacán y posteriormente en el puerto mazatleco. Deseaba superarse, tener herramientas de investigación y métodos de enseñanza que permitieran desarrollar de mejor manera su labor educativa.

Al correr los años aceptó su cambio al ejido El Walamo, sindicatura de Villa Unión. Sus moradores vieron llegar al espigado y joven maestro caminando con paso firme. Ya era un hombre de 25 años. Su voz era más segura, ya no temía enfrentarse al grupo ni a los problemas, sino que los enfrentaba aportando soluciones Había vivido experiencias que le servirían para desempeñar de mejor manera su trabajo en el aula y en la comunidad.

Los padres de familia, niños y compañeros maestros lo recibieron con los brazos abiertos;  él se entregó a su noble tarea. Ocupó la dirección del plantel a la vez que impartía clases de historia en la secundaria de Villa Unión. Confirmó que esa era su vocación, muy pronto se especializó en Historia, en la Escuela Normal Superior de Tepic, Nayarit.

En El Walamo, trabajó por más de quince años. Asesoró a los campesinos, a la vez que aconsejaba a los muchachos a continuar sus estudios y a ser gente de útil a la patria.

En mi paso por las comunidades rurales me di cuenta que el trabajo del maestro iba más allá de las aulas -señaló el maestro Grave Gallardo- muchas fueron las veces en que apliqué suero e inyecciones  sin saber, así como asistir a señoras en sus partos. Todo era cuestión de voluntad de servir. El maestro era el líder social, el consejero y el mediador cuando había conflictos familiares.

Fue precisamente en esta última comunidad donde Grave Gallardo se casó y ahí también nacieron sus primeros hijos (dos de ellos se inclinaron por la docencia), señaló orgulloso nuestro personaje.

Muchas fueron las satisfacciones que recibió durante su ejercicio educativo. Al cumplir con su responsabilidad en la ciudad de Mazatlán, se retiró del magisterio dando paso a las nuevas generaciones de maestros que reclaman los tiempos actuales.

Dámaso Grave Gallardo obtuvo satisfacciones y reconocimientos otorgados por padres de familia, alumnos, maestros e instituciones culturales, así como la medalla al Mérito Magisterial Rafael Ramírez. También se ha inclinado por la literatura y sus trabajos han sido publicados en revistas y periódicos de la entidad. Publicó los libros, remembranzas de mi Pueblo y un poemario.

El maestro Grave Gallardo ha sido un hombre de servicio. Tuvo la oportunidad de apoyar a sus compañeros maestros en la solución de problemas desde la Secretaría General de  la Delegación del SNTE,  en la región de Sur de Sinaloa. Ya jubilado ocupó responsabilidades en el ayuntamiento de Mazatlán, así como en la dirigencia del CDE del PRI, en Sinaloa. Ha laborado en la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Culiacán, y sigue en contacto con los niños impartiendo conferencias sobre la cultura y el cuidado del agua, conjugando sus actividades como comentarista de radio en temas de carácter social. Los educadores en la transformación social de Sinaloa, Historias de vida, Teodoso Navidad Salazar, 2017, (Entrevista realizada en mayo de 2000).

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