Mercado Rafael Buelna Tenorio

  Culiacán (municipio)

El mercadito

El mercado Rafael Buelna Tenorio, conocido como “ El Mercadito” Inició en los años – 40, siendo gobernador del estado Rodolfo T. Loaiza y presidente municipal, Guillermo Amezcua, aunque se desconoce la fecha exacta.

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La ciudad contaba con 30.000 habitantes; se iniciaba el despegue económico con las obras de irrigación, que trajo la construcción de la presa Sanalona, que abrió al cultivo más de 90,000 Has. El riego impactó fuerte en el comercio, a grado tal que fueron insuficientes los mercados Gustavo Garmendia y el mercado Vizcaíno (hoy Juan Izabal), únicos en esa época para atender la demanda de comerciantes eventuales que exigían cada vez más un lugar fijo, para expender sus productos.Image result for imágenes del mercadito rafael buelna en culiacán

Previendo el desarrollo comercial y la posibilidad de realizar buenas inversiones, el Lic. Celso Gaxiola Andrade tomó la iniciativa enviando al ayuntamiento (el jueves 1 de agosto de 1940), un proyecto para la construcción de un nuevo mercado en la parte oriente de la ciudad de Culiacán. Cabe señalar que el Lic. Gaxiola, tenía experiencia en estos asuntos, pues en 1918 había representado a la Sra. Rafaela Andrade de Clouthier en el juicio que ésta tenía por el préstamo que realizó Amado Andrade de 100, 000 pesos (Cien mil pesos) para la construcción del mercado Garmendia al Ayuntamiento.

Sin embargo, el proyecto no se realizó. No obstante haber sido enviado a la cámara, ésta jamás discutió el mencionado proyecto, ya que no se encontraron datos sobre alguna reclamación por parte del Lic. Celso Gaxiola.

El asunto se volvió a tratar el 24 de septiembre de 1941 en asamblea de cabildo, siendo presidente municipal Florentino Esquerra, a quien se le autorizó,  junto con Baltazar Arteaga, para que solicitara un préstamo al Banco Hipotecario y de Obras públicas de la Ciudad de México, dinero necesario para la construcción de un mercado, bajo las condiciones que definiera la mencionada institución bancaria.

El 10 de diciembre de 1941, en reunión plenaria de cabildo, se autorizó al Lic. Alfredo Cuadras representante del ayuntamiento en la ciudad de México, para que continuara con las gestiones  las acciones que realizara Baltazar Arteaga ante el Banco Hipotecario para la construcción del mercado. La asamblea de cabildo terminó autorizando 600 pesos para gastos de regreso a la ciudad de Culiacán del Baltazar Arteaga.

El 31 de diciembre vino a  Culiacán un representante del mencionado Banco, para levantar un plano del mercado, que ya estaba en construcción, y fue presentado el 1 de abril de 1942, después de aprobado el proyecto se solicitó al Banco ya mencionado con el objeto de acelerar los trabajos con el fin de que quedara terminado en esa gestión administrativa municipal.

El proyecto se encontraba terminado y aprobado, sin embargo los recursos no fluían, por lo que el día miércoles 15 de abril de 1942 se otorgó permiso al presidente municipal para ir a México a acelerar los trámites, que finalmente tuvieron buen resultado.

El 6 de mayo de 1942 se ordenó al Lic. Alfredo Cuadras realizara los trámites necesarios para finiquitar el préstamo por 211,000 pesos

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Posterior a esto, se dispuso la expropiación del terreno en la parte poniente de la manzana que limita las calles y avenidas Juan B Sepúlveda, Jorge G. Granados, Miguel Hidalgo y Benito Juárez.

La autoridad municipal determinó no abrir el mercado hasta que tuviera seguro contra incendios pues era un requisito que el Banco Nacional Hipotecario exigía, y fue la Compañía Aseguradora Mexicana S. A. a quien se le asignó la cobertura que entró en vigencia a partir del 15 de agosto de 1944.

Fueron 53 locales que empezaron a trabajar, y se permitió de todo; la venta de comidas, puestos de ferretería y mercerías, facilitando con esto la estancia de las personas que llegaban de fuera, particularmente de la sierra, que requerían tanto de hospedaje como de comidas, por eso aparecieron alrededor del mercadito, varias posadas entre ellas, “La Parrita” “Cuatro milpas” “Durango” y la “Moderna” Años más tarde estas posadas se convirtieron en hoteles que brindaron y brindan aún sus servicios.

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