MINERIA en 1823. El diputado de las Provincias de Sonora y Sinaloa, Espinoza de los Monteros, calculó que esta provincia “… tenía quinientas leguas de minerales de todas clases y bastaría dar
a este ramo un impulso para poner en movimiento todo el poder del hombre industrioso, del labrador pacífico y del empeñoso artista; pero si una triste experiencia de trescientos años nos enseña que no
han podido aquellas riquezas, dar a nuestros pueblos esa actitud que esperamos, preciso es confesar que el medio por sí mismo es inútil, si no se sabe aprovechar. Dos millones de oro y plata pastas, producen anualmente nuestros minerales, en tiempos que menos se han trabajado, y lejos de aliviar la escasez de nuestros comprovincianos las vemos con dolor a su extremo; muchas son las causas que influyen en males tan desastrosos; pero son más los remedios que están al alcance de su poder soberano.”
En el Estado de Occidente las minas más conocidas fueron las de Cosalá, Álamos, Rosario, Ciénega, Baroyeca, San Javier, Aguage, Cananea, Sinoquipe, Bacubirito y Haigame. Producen las
minas el valor de dos millones de pesos en oro y plata pasta; Existen numerosos placeres de oro y plata, son muchas las posibilidades de explotación de la minería. No existe una casa de moneda, por lo que el comercio de los metales preciosos es desventajoso para el Estado. El que quiera convertir en dinero sus barras de oro y plata tienen que acudir a Durango o Guadalajara a fin de que se acuñen con el consiguiente gasto.